Rajoy: el deterioro democrático

PABLO SEBASTIÁN

No solo guarda silencio frente a los serios problemas de España, o miente de manera descarada en sus monólogos arropados por el PP (él y su Gobierno), sino que además el Presidente Rajoy quiere imponer el silencio al PSOE, mientras su vicepresidenta Sáenz de Santamaría, declara en el eufórico congreso “búlgaro” del PP de Madrid que a los socialistas les debería “dar vergüenza” pedir que la gente salga a la calle, después de la herencia que han dejado. Un congreso del PP madrileño donde la presidenta madrileña, Aguirre, ha denunciado una campaña de “acoso y amenazas” (sic) contra Rajoy que por lo que se ve no arredran a este gran mudo tan “valiente” que  promete responder a las protestas sociales con mas reformas. Le falto decir lo de “si no queréis taza, pues taza y media”.

Ayer, como lo resaltamos hoy en este diario digital, en la gran prensa nacional de papel –El País ABC y El Mundo- se plasmó, en editoriales y artículos de primeros analistas, una crítica dura y unánime contra el desprecio de Rajoy a la democracia, la opinión pública, el Parlamento y los medios de comunicación por causa de sus escapadas y sonoros silencios ante los graves problemas que tiene el país, y los que nos llegan de fuera. Y no solo ante medios de comunicación –ante los que se ha negado a ofrecer una rueda de prensa desde que llegó a la presidencia del Gobierno, con mofa añadida cuando leyó la lista de su Gobierno y salió corriendo-, sino que tampoco da la cara en el Parlamento donde evita los debates, y donde para colmo nos llegan noticias de que piensa suspender este año el debate sobre el Estado de la nación. ¡No se atreverá! Aunque a buen seguro que le gustaría.

Y todo esto ocurre desde la presidencia de un Gobierno que tiene mayoría absoluta, que agrede a la oposición, desprecia la prensa y el Parlamento, miente con descaro y está dañando la democracia en tan solo 100 días de su llegada al poder, por la imposición de Rajoy, porque son muchos sus ministros que en privado dicen no entender la ley del silencio que impone y practica Rajoy. Lo que hace imaginar que el presidente es simplemente un autócrata que desprecia la democracia, o que es víctima de un ataque de pánico como el que evidenció el pasado 10 de abril en el Senado cuando salió huyendo de los periodistas, en pleno acoso de los mercados a la deuda de España.

Pero ¿qué es eso de que el PSOE tiene que callarse, o que tiene que darle vergüenza salir a la calle, o que el presidente anuncie más reformas sociales como amenaza contra los manifestantes, o que Aguirre diga que hay una campaña de acoso contra Rajoy, que es el presidente del Gobierno con el poder más grande –en el gobierno nacional, las autonomías y los municipios- que ningún gobernante español ha logrado desde el inicio de la transición en 1978?

No solo está desarbolado el paro y estamos en recesión, tenemos graves problemas institucionales –en La Corona y nacionalistas- y económicos y financieros, sino que además este gobierno del PP con su presidente en cabeza desprecia y daña la vida democrática del país, con un comportamiento y unos modales inaceptables de todo punto, cuando solo lleva 100 días al frente de la nación. Y no es que falle la política oficial de comunicación del Gobierno, tal y como se suele decir, el que falla de manera estrepitosa es Rajoy, y eso tampoco se va a arreglar con un desembarco del PP en RTVE. Mas bien al contrario lo que ha conseguido Rajoy es que muchos analistas y grandes y pequeños medios de comunicación de todo el arco ideológico coincidan en denunciar sus maneras de hacer política, lo que es todo un récord que nunca habíamos visito en la historia reciente de España.

Por mucho menos el Rey don Juan Carlos I ha tenido que pedir perdón a los españoles. Y si Rajoy no rectifica inmediatamente su comportamiento y empeora la situación, impidiendo el debate del estado de la nación en el Parlamento, entonces que se prepare por mucha mayoría absoluta que tenga porque asistiremos a un nuevo clamor nacional exigiendo su dimisión. España, los españoles, no están para bromas ni para chulerías ni desprecios de gobernantes que viven y cobran del erario español, mientras las cifras del paro muestran un horizonte estremecedor. Y además con la democracia no se juega. Este es un tiempo para un liderazgo democrático que sume y no divida y no para un autócrata escondido, por el miedo o el desprecio a lo que piensa, preocupa y teme el pueblo español.